5 de diciembre de 2008

Notas sobre Barrio Adentro


“La mejor medicina – escribió José Martí – no es la que cura, sino la que precave”. Convencidos de la innegable vigencia de tal afirmación, y de que alrededor de un noventa por ciento de las situaciones de salud pueden solucionarse a nivel de la atención primaria, siempre que sepamos concederle a esta la trascendencia que merece, arribaron a Peña, el 25 de Octubre del año 2003, los 36 médicos cubanos que iniciaron la misión Barrio Adentro en este municipio del estado Yaracuy.

De manera inmediata, y luego de ser acogidos en las comunidades por las familias en cuyas casas convivieron, se inició la prestación de servicios. Locales adaptados se convirtieron, por obra de la necesidad y de la urgencia, en Consultorios Médicos. Y hasta ellos comenzaron a llegar los pobladores de los barrios. Se crearon los Comités de Salud y sus miembros, además de ayudar a los galenos y de velar por su seguridad durante las consultas, en horas de la tarde los acompañaban en las labores de terreno. Gracias a esto, en poco tiempo se culminó la realización del censo poblacional que les permitió a los recién llegados el necesario acercamiento a los problemas de mayor incidencia en sus comunidades.

A los pacientes afectos de enfermedades crónicas no sólo se les garantizó desde el principio la atención médica, sino también la mayor parte de los medicamentos y la educación imprescindible para el control de sus patologías. Sin embargo, como era de esperarse, los principales motivos de consulta fueron siempre las enfermedades infecciosas. De ahí que afecciones dermatológicas tales como escabiosis, piodermitis y micosis, el parasitismo intestinal y las infecciones respiratorias altas ocuparan un sitio prioritario entre los diagnósticos más frecuentes.

Comoquiera que promover salud y prevenir enfermedades, en primera instancia y, en segunda, curar y rehabilitar, constituyen los objetivos esenciales de la asistencia médica, el trabajo se orientó de inmediato hacia el cumplimiento estricto de los mismos. De modo que recibir conocimientos a través de audiencias sanitarias, de charlas y de conversaciones cara a cara vino a convertirse – y ojalá que nunca deje de serlo – en parte de la cotidianidad de los pacientes. Se hizo énfasis desde entonces en la planificación familiar; se les brindaron anticonceptivos orales a quienes necesitaban de su uso para evitar las gestaciones no deseadas, y en cada uno de los consultorios se fundaron los Clubes de abuelos, de adolescentes y de embarazadas.

Para estimular, por un lado, el abandono de las costumbres nocivas y, por el otro, la adquisición de hábitos de vida saludables, se organizaron eventos deportivos y culturales, unas veces con carácter comunitario y otras de alcance municipal, protagonizados por los propios pacientes. Hay innumerables anécdotas relacionadas con estas actividades donde también, como es lógico, se contaba con la participación directa de muchos colaboradores. Durante la celebración de un partido de sofbol entre dos barrios, por ejemplo, uno de los médicos villaclareños se fracturó el extremo distal de la tibia y para su recuperación tuvo que permanecer en Cuba por un lapso de tres meses.

De aquellos 36 compañeros que inauguraron Barrio Adentro en Peña, algunos ya volvieron a nuestra isla del Caribe, otros continúan el ejercicio de sus funciones en África, y un grupo reducido permanece todavía en tierras yaracuyanas. Los que regresaron a la Patria fueron sustituidos por otros y ahora, con la incorporación de técnicos y licenciadas en enfermería, las comunidades disponen de más profesionales de la salud. Si bien al comienzo sólo se contaba con médicos y odontólogos, la implementación del CDI puso al alcance de toda la población los servicios de Cuerpo de Guardia, Terapia Intensiva, Cirugía, Rehabilitación, Electrocardiograma, Traumatología, Laboratorio Clínico e Imagenología.

Hablar de los logros alcanzados por la misión Barrio Adentro durante los más de cinco años transcurridos, es una tarea que en estos momentos, por fidelidad a los principios que sustentan, no les corresponde a sus protagonistas. Hay realidades que, al hacerse tangibles, aun cuando los partidarios de la sombra se empecinen en tergiversarlas, no admiten ser despojadas de su encanto ante los ojos de las mayorías. Todos los humanos, con independencia de sus credos políticos o religiosos, tienen derecho a que se les garantice gratuitamente la solución de sus problemas de salud. Para los médicos cubanos, la vida de uno solo de ellos continúa significando más que toda la fortuna del hombre más rico de la tierra.

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